Dejaré mis sueños vencidos para otra ocasión.


Algunas veces uno sólo necesita experiencias. Un cuerpo, una cabeza, una mente, un alma, necesitan sí o sí vivir experiencias, que, de no ser dadas, se piden a gritos. Y son experiencias, que, una vez que el cuerpo o la cabeza las pide, no tienen que ser escondidas, resguardadas, y es el momento justo de perder todo miedo y dar el paso adelante. Quizás uno esté preparado para vivirlas, o quizás no y necesite de esa experiencia para darse cuenta. Uno manifiesta lo que quiere, y lo quiere porque siente que lo necesita, no para siempre, no para mucho, no indispensablemente, pero sí para aprender y crecer. Quizás solamente hagamos cosas para darnos cuenta definitivamente de que no nos gustan. O necesitemos de algo, alguna tarea, para activar ciertas partes de nuestra cabeza que nos ayuden a manejarnos con las demás cosas. Estas necesidades y estas ganas de experiencia NO PUEDEN ser ignoradas, o mucho menos, no ser llevadas a cabo por miedo.


Ya lo se, este texto fue muy objetivo y habló de algo muy puntual, pero es algo que también se puede adaptar a muchas formas de pensar. Por ejemplo no se, trabajo, sexo, fútbol, que se yo... miles.