Este mundo se viene abajo. No hay nada más que hacer que esperar sentado en la silla, como viene un infeliz atrás de otro a decirte lo que tenes que hacer o simplemente a quedarse callado y mandarse una cagada en silencio. Se dejan matar, se dejan aplastar, se dejan pasar por encima como si los malos fueran tan fuertes como malos, o tan malos como hacen creer que son. Nadie es a fondo el que aparenta ser, porque todos son lo que son y listo. Entonces no me queda otra opción que sentarme ya en mi viejo banco y ver pasar a los infelices, a los silenciosos, a los ladrones, a los asesinos, a los idiotas, a los cagadores y estafadores, a los viejos que ya nada pueden hacer porque no saben ni su nombre, a los chiquitos que no tienen idea del mundo que les espera. Estoy derrotado. No sirvo ya para pelear, porque quienes yo creía que podían ayudarme a dar vuelta la tortilla, se tiraron para atrás a último momento y quedé solo. Luche mucho tiempo, logre muchísimas victorias solo, gracias a mi orgullo, hasta puedo decir que estuve a punto de lograrlo, pero estuve siempre solo, no se si es la verdad pero es mi verdad, hasta donde yo siempre pude analizar, estuve solo y quienes me apoyaban me apoyaban desde lejos y con miedo. Ya no tiene sentido mi vida, porque nací para ganar. Pero para ganar necesité siempre de amigos verdaderos, y nunca los tuve. Y así llegué a mi hora final,


Mi minuto final

Mi segundo final...

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