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jueves, 23 de octubre de 2008

Amor...

Era su mejor día. Se apuró, saludó a sus compañeros en el trabajo y subió muy rápido a su coche rumbo a casa. El atarceder se dejaba caer y los últimos rayos de sol se posaban sobre el horizonte. Llegó apurado, se bañó se cambió y salió casi corriendo otra vez.

Era su mejor día. Se despidió de sus compañeras en el trabajo y fue al baño a prepararse. Hizo tiempo mientras miraba el último poco de sol que quedaba en el fondo de la calle. Sobre la pared de un bar esperó un rato.

La encontró esperando sobre la pared de un bar, tan hermosa como siempre, tan brillante, tan llena de luz, de paz, de amor. Con su cabello dulce y suave como la seda, la vio, pero la vio más hermosa que el resto de los días. Se le escapó una sonrisa al verla, bajó del auto y se le acercó con más ganas de abrazarla y besarla que nunca jamás.

De pronto apareció él, por debajo del sol. Reluciente como siempre, sonriente como siempre, tan tranquilo, tan príncipe como siempre quería verlo. Él bajó y se le acercó. Ella se preparó, sonrió también y juntos se abrazaron.
Se besaron como nunca, subieron juntos al auto, viajaron y viajaron hasta un campo hermoso y solitario. Entraron de la mano, casi corriendo, a las carcajadas, a la pequeña casa...
Suena el teléfono, la despierta y nuevamente queda un sueño inconcluso bajo la almohada. Es un amigo que quiere verla esta tarde a la salida del trabajo:
_¡Dale!-
_¿Sí? ¿a qué hora?- contesta su amigo
_A las 7 en el barcito que esta en la otra vereda de mi trabajo-
_Bueno dale, un beso.-
_Chau un beso.-

_(Genial, voy a saber cómo termina mi sueño)- se dijo muy contenta a sí misma cuando cortó el teléfono y se preparó para ir a trabajar.

Fue su mejor día. Se apuró, saludó a sus compañeros en el trabajo y subió muy rápido a su coche rumbo a casa. El atarceder se dejó caer y los últimos rayos de sol se posaron sobre el horizonte. Llegó apurado, se bañó se cambió y salió casi corriendo otra vez.

Fue su mejor día. Se despidió de sus compañeras en el trabajo y fue al baño a prepararse. Hizo tiempo mientras miraba el último poco de sol que quedaba en el fondo de la calle. Sobre la pared de un bar esperó un rato.

La encontró esperando sobre la pared de un bar, tan hermosa como siempre, tan brillante, tan llena de luz, de paz, de amor. Con su cabello dulce y suave como la seda, la vio, pero la vio más hermosa que el resto de los días. Se le escapó una sonrisa al verla, bajó del auto y se le acercó con más ganas de abrazarla y besarla que nunca jamás.

De pronto apareció él, por debajo del sol. Reluciente como siempre, sonriente como siempre, tan tranquilo, tan príncipe como siempre quería verlo. Él bajó y se le acercó. Ella se preparó, sonrió también y juntos se abrazaron.
Se besaron como nunca, subieron juntos al auto, viajaron y viajaron hasta un campo hermoso y solitario. Entraron de la mano, casi corriendo, a las carcajadas, a la pequeña casa
y se amaron hasta que salió el sol.

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