Que viejos tiempos.


No era asunto suyo. Se metió, esta bien, lo hizo mal, se quiso meter y lo unico que metió fue la pata, tomó partido sin saber lo que pasaba. Tomó estandartes sin saber el rumbo de la marcha, bailó y cantó con unos, escupió, insultó y maltrató a los otros. Aunque a pesar de todo, estos otros siguieron guardandole respeto, quizás por compasión a sus actos, o quizás por el simple hecho de que seguían sintiendo una gran alegría al verlo. Pero las cosas ya habían cambiado porque la pata que él había metido había aplastado muchos corazones, que yacían ya destruidos en el suelo, desangrandose y ensuciandose. Será que ellos, los otros, supieron descubrir el increíble arte del perdón gracias al amor que sentían por su amigo confundido. Sin embargo las cosas no cambiaron y los dos bandos siguieron enfrentandose en combates cada vez menos violentos pero cada vez más llenos de iras, broncas, resentimientos, suspicacias y recelos de todo tipo.


Hoy es viernes.