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miércoles, 23 de septiembre de 2009

Hola que tal

" Desde luego que no puede existir una mirada objetiva en su totalidad respecto de la realidad actual, en términos generales. Prácticamente casi todas las versiones que recibimos a diario, en calidad de consumidores activos o pasivos insertos de alguna manera en la sociedad urbanizada, son puntos de vista pensados de antemano. Construcciones del lenguaje desde un grupo reducido de empresarios, decididamente interesados en convencernos de que dicen la verdad, hasta una masa de millones y millones de personas. Pero justamente por ser la masa de ciudadanos, la gente más empapada de información fabricada, nuestra percepción de realidad está sumida en miles de interpretaciones, de las cuales solemos sacar una conclusión que creemos cierta, parcial, y más cercana a la verdad que cualquier otra que intente refutarnos, o simplemente no tenemos la más mínima idea y no nos preocupa demasiado. Influenciados por las luces y sombras que nos dan cada día. Innumerables aspectos cotidianos describen a su manera, esta realidad que dice que cada uno defiende y debe defender constantemente lo que cree verdadero.


Puede existir -y por supuesto pienso que existe- la sustentación cultural de un concepto dominante de La Verdad, como una estructura temporal y renovable, expresada en los Paradigmas que caracterizan las épocas de la Historia. De las Historias. No voy a detenerme en hacer una interpretación de la Historia como construcción monumental; intento referirme a que desde que se consolidaron las sociedades organizadas, los grupos dominantes persiguen la idea de una Verdad superior, que rija las demás verdades, indiscutible desde la oficialidad de los Estados, los mas grandes actores encargados de impartir esa Verdad, esa premisa. Sostenerla y protegerla. Crear lo sagrado. Doy el ejemplo de Europa Occidental de hace mil años, que tenía otra concepción general de política y de geografía, de jerarquizacion humana y de Dios, concebida desde una idea incompleta del mundo. Su Verdad estaba iluminada y sustentada por una representación universal diferente a la actual; hoy vivimos bajo el molde (la hipótesis en rigor) que plantea el posible alcance, aproximación o conocimiento de cualquier parte del planeta (mediante otro concepto de Tiempo). Esto puede explicarse en todas las nociones de “globalización”, y viene a ilustrar el paso de una gran verdad gobernante, que significa una gran realidad, a otra gran verdad gobernante, con el paso de los años (más allá del absurdo de ponerle fin a la Historia en el pensamiento posmoderno).

Y en este presente, tras esa estructura subyacen las sociedades organizadas y sus diversos representantes además del Estado imperativo, tales como la población y todas sus raleas, toda la gente en sus estaciones, y los medios de comunicación masiva, el llamado “cuarto poder”.

Todos estos actores tienen a su vez sus diversos intereses dentro del marco de realidad actual, al que respetan, y al cual se someten justamente porque los justifica y les da sentido.

El escritor e investigador uruguayo Héctor Borrat dice que los actores sociales (las partes de la sociedad) están puestos en interacción entre sí, y cada cual sostiene un discurso propio influido por los demás discursos. Algunos tienen más espacio o gozan de distintos privilegios, y es a la prensa periódica a la que desarrolla, en el libro “El periódico, actor político” (G.Gili 1989). Al “periódico independiente”, entendiendo por independiente a todo aquel que solo dependa estructuralmente de su empresa editora autónoma. Mediante un discurso polifónico de los distintos sistemas sociales (economía, política, cultura, sociales) cumple y se define en función de sus dos objetivos permanentes: Lucrar – Influir. Por eso es justamente un actor Político. Los diarios informativos más populares ejercen su influencia a: la sociedad consumidora; los partidos políticos; el gobierno de turno; los demás medios de comunicación masiva (en los noticieros de la tele y la radio leen las noticias del diario a primera hora, describiendo la actualidad); los grupos de interés Y exhiben cada discurso de estas partes, en una construcción acorde al suyo propio. Construyen y proponen una realidad con cada voz; operan estratégicamente con “la verdad”. Esta realidad varía sus marcos de actualidad, y así define -en gran parte- la visión popular de la vida cotidiana en sociedad. La gente toma de manera implícita la realidad del diario que lee y la conjuga con su visión, con su experiencia, y de aquí saca sus propias conclusiones. Presto atención a una mujer que consume el diario Clarín y oye el noticiero de América 2, y no quiere saber nada con que su hijo concurra a alguna fiesta en barracas porque ahí cerquita mataron a un pobre pibe, en alguno de esos barrios aún más hundidos en la inseguridad que sufre este país fragmentado. Y ayer lo mismo. Y ese es su firme argumento, a pesar de la opinión de su hijo, quien proclama la inseguridad como una máscara o cortina de humo eterna, y cree que tiene más derecho a juzgar la calle, porque él sí que la camina. Discuten.

El periódico independiente más vendido del país construye la realidad que plantea como el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner propone un plan hecho ley para controlar la libertad de expresión, interviniendo interesadamente en las condiciones actuales de los medios masivos, al punto de condicionar toda la estructura de la comunicación, en signo de autoritarismo (una pretensión oficial de cambiar de mano el monopolio). Y a la vez, el discurso estatal arremete contra el matutino (y contra toda oposición) en otra versión de la realidad diametralmente opuesta; terminada la antigua ley (impuesta desde la última dictadura), los efectos de la nueva en discusión serán: las buenas consecuencias del fin del control absoluto de los medios por parte de unos pocos grupos empresariales, dando paso a una democratización de la opinión pública, un desarme de las corporaciones dominantes, y el paso a una comunicación general más abierta. Son dos realidades distintas desde su esencia. Dos representaciones actuales de intereses enfrentados, cada cual planteados como la verdad.

Deteniéndose uno en las portadas de los últimos meses (viernes 26 de agosto, Clarín,: “Presentan la nueva ley para controlar los medios”) y en la televisión, se puede ver con claridad como los actores en cuestión (los medios, el gobierno) han perdido ya casi totalmente su supuesta, y antes tan pregonada, objetividad. “Clarín miente” es una frase que ilustra tal cual la relación conflictuada entre el gobierno y una de sus más grandes herramientas.
Pero puede notarse también que la mayoría de los consumidores no recibe mucho más que algunos detalles sobre el sentido específico de la ley y sus cambios, una enorme cantidad de ataques de un bando a otro, y gran menú de autoelogios. El vicepresidente juega un papel claramente definido en esta contienda y obedece a sus objetivos discordantes con su superior, ya desde el tema de las retenciones al campo. Esto, y su origen radical (del partido radical) es lo único de lo que se tiene un conocimiento claro. Y quien cree en las publicaciones oficialistas difiere su juicio del que consume prensa opositora (un titulo de Página/12 del domingo 20 de septiembre es “Cría Cobos”) más allá del pasado y las intenciones personales de este personaje. Los trabajadores de un canal que se ve tocado profundamente por los cambios que supone la nueva ley, están en una gran duda con respecto a sus efectos ya que determina su condición laboral, y aunque estén en la intimidad de acuerdo con la propuesta, otros factores excitan su desacuerdo. No pueden definir su postura ante el conflicto. El alud de información desigual y cargada de subjetividad no ayudan en absoluto a la clara dilucidación del sentido concreto del tema tratado y sus consecuencias, ni mucho menos a una
mirada objetiva. Nos quedamos con todos los argumentos que nos llegan directa o indirectamente, y cada cual tendrá que hacer construir su realidad con las realidades ofrecidas y así sacar en limpio su verdad. Aunque esto se convierta en una discusión de bar, un voto, o una monografía. Todas las opiniones devienen de otras opiniones. Y por tener sobre nosotros todo el peso aquella Gran Verdad, todo el peso de la ignorancia sistematizada, la total confusión de los comunicadores, y el acostumbrado cuidado a no parecer idiota, creo que el pretender que todos construyan una actitud personal definida frente a los dilemas capitales del poder, y la realidad política actual, es una actitud injusta. "


Alan Dufau 2009.

Es como una cuerda, una simple cuerda de guitarra a la cual cada uno de los que la posee, la estira y acomoda a propio antojo. Claro, la cuerda siempre será una cuerda, mas a medida que van rotando las manos ella suena diferente.

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