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sábado, 10 de enero de 2009

"Es que mi orgullo me supera en todas mis acciones. Muchas veces me salvó de situaciones conflictivas o fue la solución de muchísimos de mis problemas más importantes. Se me vienen a la cabeza miles de situaciones en las cuales, con la fuerza de mi orgullo pude remontar posiciones irremontables para muchos, ganando batallas, partidos o cualquier cosa con esa especie de fuerza. O defender mi cuerpo de gente que si quería podría matarme con la mirada, por el simple hecho de no querer rebajarme ante nadie, ser siempre igual al resto. No podía entender (y sigo sin poder hacerlo) cómo algunas personas podían quitar gran parte de su dignidad ante otra persona por el simple hecho de ser más débil. Muchas veces reconocí debilidad ante otras personas, pero eso nunca me hizo entender que yo era "inferior" o que debía tener un respeto especial hacia ella, o muchísimo menos resignar ciertos derechos por ser mas débil. El orgullo te lleva a pensar muchas veces en cosas muy ridículas pero que para quien es orgulloso son realmente verdaderas. Como por ejemplo pensar que preferirías morir a golpes con un boxeador, que dejarlo que dejarlo que te sobrepase por el simple hecho de ser más fuerte que vos (un caso de orgullo como éste es verídico y sucedió así: El ex presidente del club Vélez Sarsfield, Gámez, invitó a pelear a Carlos Monzón, campeón mundial de peso mediano, mas de 10 defensas del título, nunca cayó en un ring en toda su carrera, por el simple hecho de que éste boxeador había querido acercarse a la novia de Gámez que reaccionó esperandolo para pelear). Otro pensamiento orgulloso es el de "prefiero perder todos los días de mi vida contra él, antes que dejar de jugar porque me gana siempre".


Limé porque tengo sueño, pero hay mucho de este texto que es verdad y que lo siento, aunque sea confuso y me cueste escribir a las 4 menos cuarto.

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