OJOS QUE NO VEN, CORAZÓN QUE NO SIENTE

Es, para mí, una gran verdad. Pero a pesar de que soy de las personas que por lo vivido les gusta la verdad, en el 99% de los casos, me doy cuenta de que también hay verdades que son difíciles de analizar. Esta es una realidad que genera inseguridad, pues siempre que nos damos cuenta de que esto sucede, nos da lugar a pensar de que esten pasando cosas a nuestras espaldas y al no verlas no nos dañan. Tiene un doble filo. Quienes hayan tenido la oportunidad de darse cuenta de esta verdad por alguna experiencia, notarán la impotencia que nos deja saber que hemos sido engañados durante tanto tiempo, o que nos han hecho o nos han dicho cosas sin que nos dieramos cuenta y evitandonos un dolor, que luego, a la hora de enterarnos, nos generó una herida mucho más fuerte. Además, es una verdad basada en una mentira, ya que nos muestra que mientras alguien no se de cuenta de que lo engañan, no va a sufrir. Definitivamente es una verdad muy certera, que sucede muchas veces y que tiene muchas formas de verla tanto desde quien engaña como desde quien es engañado, lo que la hace interesante.